jueves, 30 de agosto de 2012

Federico Moccia

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viernes, 10 de febrero de 2012

El lamento de Iris

¿Dónde están los hombres? Gritan las mujeres amotinadas. Ya no hay hombres. Ya no puede una enamorarse.

Iris se sabía de memoria su lamento.

O bien son guapos, viriles e infieles ¡y lloramos!

O bien son vanidosos, fatuos e impotentes ¡y lloramos!

O bien son cretinos, pegajosos, idiotas ¡y les hacemos llorar!

Y lloramos por quedarnos solas llorando.

Pero continúan buscándoles, siempre esperándoles. Hoy son las mujeres las que buscan a los hombres, son las mujeres las que los reclaman a voz en grito, son las mujeres las que están en celo. ¡Y no los hombres!


Los ojos amarillos de los cocodrilos. Katherine Pancol


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viernes, 16 de diciembre de 2011

Una canción que no es apenas conocida pero a mí me encanta

Recuerdo una historia de niños,
de dos enamorados,
de los celos de un mago.

Lo usó todo por separarlos
y al no conseguir nada
a los dos hechizó.

A él convirtió en Sol del día,
a ella en la Luna fría,
no se verán jamás.

Si ves un eclipse de Luna o de Sol,
será porque el mago dormido quedó
y juntos de nuevo harán el amor,
aunque sólo sea un segundo o dos.

Si a la Luna ves cubierta de nubes,
será que está llorando, 
a su amor recordando.

Si el Sol te deslumbra los ojos,
será que está furioso,
que le quema el dolor.

Ahora hay dos estrellas muy juntas,
es porque el Hada buena,
el hechizo rompió.


Si ves un eclipse de Luna o de Sol,
será porque el mago dormido quedó
y juntos de nuevo harán el amor,
aunque sólo sea un segundo o dos.

Ahora dos estrellas solas que verás,
ya nada ni nadie podrá separar.
Bendita sea el Hada, bendito el Amor,
bendita la Luna, bendito sea el Sol,
bendito el Amor.

Luis Enrique Sánchez  y su antiguo grupo

domingo, 6 de noviembre de 2011

El silencio de las sirenas

 Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:
Para protegerse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones más fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bien quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con alegría inocente.

Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas.

En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas, les hizo olvidar toda canción.

Ulises (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él estaba a salvo. Fugazmente, vio primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos. Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo más acerca de ellas.

Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.

Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó.

La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno. Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.

Franz Kafka 

jueves, 27 de octubre de 2011

MAyonesa y Café


Cuando te sientas agobiado, cuando 24 horas al día no sean suficientes... Recuerda el frasco de mayonesa y el café!
Un profesor en su clase de Filosofía, sin decir palabra, agarró un frasco grande y vacío de mayonesa y lo llenó con pelotas de golf.
Luego preguntó a sus estudiantes si el frasco estaba lleno y ellos estuvieron de acuerdo en decir que si.
De nuevo, sin decir nada, el profesor agarró una caja llena de canicas y la vació dentro del frasco de mayonesa.
Las canicas llenaron los espacios vacíos entre las pelotas de golf.
El profesor volvió a preguntar a los estudiantes si el frasco estaba lleno y ellos volvieron a decir que si.
Luego...el profesor agarró una caja con arena y la vació dentro del frasco.
Por supuesto, la arena llenó todos los espacios vacíos, y el profesor preguntó nuevamente si el frasco estaba lleno.
En esta ocasión los estudiantes respondieron con un 'si' unánime.
El profesor enseguida agregó 2 tazas de café al contenido del frasco y efectivamente llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes reían en esta ocasión. Cuando la risa se apagaba, el profesor dijo:
'QUIERO QUE SE DEN CUENTA QUE ESTE FRASCO REPRESENTA LA VIDA'.
Las pelotas de golf son las cosas importantes como la familia, los hijos, la salud, los amigos, …
Son cosas que, aún si todo lo demás lo perdiéramos y solo éstas quedaran, nuestras vidas aún estarían llenas.
Las canicas son las otras cosas que importan, como el trabajo, la casa, el coche, etc.
La arena es todo lo demás… las pequeñas cosas.
'Si ponemos primero la arena en el frasco, no habría espacio para las canicas ni para las pelotas de golf.
Lo mismo ocurre con la vida'.
Si gastamos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, nunca tendremos lugar para las cosas realmente importantes.
Presta atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad.
Juega con tus hijos,
dedica tiempo a revisar tu salud,
ve con tu pareja a cenar,
practica tu deporte o afición favoritos,
siempre quedará tiempo para limpiar la casa y reparar la llave del agua.
Ocúpate de las pelotas de golf primero, de las cosas que realmente importan.
Establece tus prioridades, el resto es solo arena…
Uno de los estudiantes levantó la mano y preguntó qué representaba el café..
El profesor sonrió y dijo:
'Que bueno que me hagas esta pregunta… Sólo es para demostraros, que no importa cuan ocupada tu vida pueda parecer, siempre hay lugar para un par de tazas de café con un amigo.'

De un niño italiano


-‘Bendígame padre, porque he pecado. He estado con una chica ligerona’.
El cura preguntó:
-¿Eres tú, pequeño Luca Pagano?
-Si, padre, soy yo’.
-¿Y quién es la chica con la que estuviste?
-No le puedo decir, padre, no quiero arruinar su reputación’.
-Bien, Luca, estoy seguro de averiguar su nombre tarde o temprano, por lo que deberías decírmelo ahora. ¿Fue Tina Minetti?
-No puedo decirlo’.
-¿Fue Teresa Mazzarelli?
-Nunca lo diré’.
-¿Fue Nina Capelli?
-Lo siento, pero no puedo nombrarla’.
-¿Fue Cathy Piriano?’
-Mis labios están sellados’.
-Entonces ¿Fue Rosa Di Ángelo?
-Por favor, padre, no le puedo decir.
El cura suspira en frustración y le dice: -‘Eres muy discreto, Luca Pagano y te respeto por eso, pero has pecado y debes cumplir una penitencia. No podrás ser monaguillo durante los próximos cuatro meses. Ahora vete y compórtate.
Luca regresa a su puesto y su amigo Franco se le acerca y le susurra:

-¿Qué conseguiste?
-‘¡Cuatro meses de vacaciones y el listado de las mas putas de la parroquia!’.

lunes, 25 de julio de 2011

Eva Luna

Consuelo no manifestó ninguna emoción. Siguió trabajando como siempre, ignorando las náuseas, la pesadez de las piernas y los puntos de colores que le nublaban la vista, sin mencionar el extraordinario medicamento conque salvó al moribundo. No lo dijo, ni siquiera cuando empezó a crecerle la barriga, ni cuando la llamo el Profesor Jones para administrarle un purgante convencido de que esa hinchazón se debía a un problema digestivo, ni tampoco lo dijo cuando a su debido tiempo dio a luz. Aguantó los dolores durante trece horas sin dejar de trabajar y cuando ya no pudo mas, se encerró en su pieza dispuesta a vivir ese momento a plenitud, como el más importante de su vida. Cepilló su cabello, lo trenzó apretadamente y lo ató con una cinta nueva, se quitó la ropa y se lavó de pies a cabeza, luego puso una sabana limpia en el suelo y sobre ella se colocó en cuclillas, tal como había visto en un  libro sobre costumbres esquimales. Cubierta de sudor, con un trapo en la boca para ahogar sus quejidos, pujó para traer al mundo a esa criatura porfiada que se aferraba a ella. Ya no era joven y no fue tarea fácil, pero la costumbre de fregar pisos a medianoche, le había dado firmes músculos con los cuales pudo finalmente parir. Primero vio surgir dos pies minúsculos que se movían apenas, como si intentaran dar el primer paso de un arduo camino. Respiro profundamente y con un ultimo gemido sintió que algo se rompía en el centro de su cuerpo y una masa ajena se deslizaba entre sus muslos. Un tremendo alivio la conmovió hasta el alma. Allí estaba yo envuelta en una cuerda azul, que ella separó con cuidado de mi cuello, para ayudarme a vivir. En ese instante se abrió la puerta y entró la cocinera, quien al notar su ausencia adivinó lo que ocurría y acudió a socorrerla. La encontró desnuda conmigo recostada sobre su vientre, todavía unida a ella por una lazo palpitante.

- Mala cosa, es hembra -dijo la improvisada comadrona cuando hubo anudado y cortado el cordón umbilical y me tuvo en sus manos.
- Nació de pie, es signo de buena suerte -sonrió mi madre apenas pudo hablar.
- Parece fuerte y es gritona. Si UD quiere puedo ser la madrina.
- No he pensado en bautizarla -replicó Consuelo, pero al ver que la otra se persignaba escandalizada no quiso ofenderla-. Esta bien, un poco de agua bendita no le puede hacer mal y quien sabe si hasta sea de algún provecho. Se llamará Eva, para que tenga ganas de vivir.
- ¿Qué apellido?
- Ninguno, el apellido no es importante.
- Los humanos necesitan apellido. Solo los perros pueden andar por allí con el puro nombre.
- Su padre pertenecía a la tribu de los hijos de la luna. que sea Eva Luna, entonces.

Isabel Allende